A lo largo de la historia de la humanidad, cada vez que se presenta una pandemia, se genera un clima de incertidumbre, debido al temor a lo impredecible de la situación, las posibilidades de afectación, el control que se pueda tener sobre ella y la manera en que esta pandemia afectará las condiciones socioeconómicas de un país.
Una forma adecuada de respuesta por parte de las autoridades sanitarias ante situaciones como ésta, es estableciendo una política eficaz de comunicación, para permitir una corriente de confianza en la población. Los objetivos de esta comunicación antes o durante un brote epidémico son: educar, informar, recomendar, preparar y prevenir.
Ante una situación como la actual, nos enfrentamos a problemas que competen a la ética, y se crea un conflicto entre el bien individual y el bien común. Ante una pandemia, la eficacia necesaria para combatirla plantea la necesidad de priorizar a ciertos grupos, como los profesionales y trabajadores de la salud, quienes necesitarán estar más protegidos y atendidos, precisamente para que puedan responder a la demanda asistencial.
- Realizar lectura del texto
- Resolver las siguientes preguntas, apoyado en el texto expuesto en esta guía.
- ¿De qué trata la Ética?
- ¿Qué es la Bioética?
- ¿Cuáles son y en que consisten los principios de la
Bioética?
- Escribe dos ejemplos, bien explicados, de esta crisis, en
los que se haya olvidado la ética.
- ¿Estas de acuerdo con la experimentación Animal?
- ¿Con cuál de los siguientes grupos de animales estás más conforme que se lleve a cabo la experimentación?
- ¿Consulta en Internet sobre mínimo dos avances científicos obtenidos gracias a la experimentación animal?
- Consulta sobre tres animales que hayan sido utilizados con fines investigativos y qué experimento se realizó con ellos.
EN
UNA PANDEMIA MANTENER LA BIOÉTICA ES MÁS IMPORTANTE QUE NUNCA
Cada sociedad se dota de un conjunto de
valores que definen lo que la gente cree que está bien y mal, y que se reflejan
en las conductas que se aceptan y rechazan. Todo ello se plasma en unas leyes
que definen lo que se puede y no se puede hacer, y en un código penal que
determina las consecuencias que deberá afrontar quien infrinja esas normas.
Con frecuencia aparecen conflictos que
hay que resolver, cuando confrontamos dos hechos que están bien ambos pero
entran en conflicto. En ese caso debemos optar por uno de ellos. Estos dilemas
son los que resuelve la ética, que analizará las circunstancias que hay detrás
de cada uno, sus posibles beneficios y riesgos asociados y la legislación. Así
emitirá un juicio razonado y una recomendación sobre el camino a seguir.
La evaluación ética es una reflexión
crítica sobre la moralidad, un marco al que acudir para tomar la mejor decisión
posible con nuestra escala de valores y con las normas existentes. Cuando los
dilemas a debatir tienen que ver con las ciencias de la vida y la salud hablamos de BIOÉTICA.
UN
EJEMPLO DE DILEMA PARA ACLARAR EL PAPEL DE LA ÉTICA EN BIOMEDICINA. Por un lado tenemos leyes y
normas que protegen a los animales frente a su posible uso en investigación
científica y garantizan su bienestar cuando esta debe acometerse. Por
otro, tenemos leyes y normas de investigación
biomédica y códigos deontológicos profesionales que nos obligan
a prestar la mejor ayuda médica posible a los enfermos.
Son dos circunstancias buenas en sí
mismas, cada una de ellas por separado. Pero cuando las confrontamos y
proponemos usar animales para investigar una terapia deberemos valorar si está
justificado el uso de animales (y en qué condiciones) para permitir el
experimento.
El análisis pormenorizado de todos los
aspectos de la propuesta, los daños que sufrirán los animales, así como los
beneficios potenciales que podrían recibir los pacientes son aspectos que
tenemos en cuenta en los comités de ética. Si el procedimiento se ha planteado
conforme a las normas, con estricto respeto a todas las leyes, y su beneficio
posterior en pacientes se considere que pueda compensar la alteración del
bienestar animal, entonces es posible que se apruebe la propuesta.
ÉTICA
EN LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL CORONAVIRUS
Vivimos una situación excepcional, pero
las leyes y normas que regulan la investigación biomédica siguen en vigor. En
particular la Ley de
Investigación Biomédica 14/2007, de 3 de julio.
Todos queremos un tratamiento que
detenga al coronavirus. También queremos una vacuna para protegernos. Y lo
queremos todo para mañana. Pero la investigación biomédica tiene sus tiempos y
procedimientos por razones muy poderosas. Nada menos que para cumplir con los
dos primeros principios de la bioética: el
principio de no maleficencia (no hacer el mal) y el principio de beneficencia (hacer el bien).
Esos dos principios nos recuerdan que
debemos evaluar la seguridad y la eficacia de cualquier tratamiento antes de
autorizarlo. Los tratamientos, ante todo, no deben causar más daño del que
pretendemos solventar. Los beneficios deben superar a los riesgos. También
deben ser eficaces para su objetivo final. Ante todo seguros, después
útiles. Este beneficio deberá tener en cuenta también el parecer del paciente.
Esto entronca con el tercer principio de la bioética: el principio de autonomía (que obliga a respetar la libertad de
decisión de cualquier paciente sobre cualquier intervención a través del
llamado consentimiento informado).
Dos ejemplos de la crisis actual en los que hemos olvidado la ética.
Hidroxicloroquina
sin ensayos animales
La cloroquina y la hidroxicloroquina (un
derivado menos tóxico) son medicamentos aprobados para tratar
pacientes con malaria y enfermedades crónicas autoinmunes (como la artritis
reumatoide). Ahora, algunos estudios sugieren que podrían inhibir de
alguna manera la entrada del coronavirus a las células.
Un
par de estudios recientes (publicados en las revistas Cell Discovery y Clinical Infectious Disease),
en células en cultivo, han reportado que la hidroxicloroquina reduce la
infectividad del coronavirus SARS-CoV-2, de la misma manera que la
cloroquina también inhibía la infectividad del coronavirus anterior SARS-CoV.
Su mecanismo de acción se halla en la glisolación del receptor ACE2 que
usa el virus para entrar en las células.
También tenemos los resultados de
un primer ensayo clínico realizado en Francia, que se han difundido
profusamente de entre los seis ensayos clínicos que aparecen en la base de datos
internacional clinicaltrials.gov. Ese estudio, reciente publicado, ha
sido ya comentado por investigadores expertos en la materia, y las
conclusiones son mucho menos positivas.
El estudio tiene muchos problemas: de
diseño, de número de pacientes, de ejecución, de interpretación. Todas estas
deficiencias hacen que debamos mantener nuestro escepticismo y nuestras dudas.
Un ensayo clínico similar, llevado a cabo en China y cuyos resultados
positivos también se anunciaron, todavía no ha reportado los detalles
experimentales del mismo, por lo que no puede valorarse su efectividad.
Por todo ello, las evidencias
experimentales de que estas drogas sean la cura efectiva para este coronavirus
son todavía inexistentes. Sin embargo, estos medicamentos empiezan a agotarse
en algunas farmacias a pesar de ser necesarios para otros pacientes.
Hay numerosos ensayos clínicos
adicionales en marcha en los que se está evaluando el efecto terapéutico de la
hidroxicloroquina, sola o en combinación con otras drogas antivirales.
El
problema es que estos estudios saltan directamente de los estudios con células
en cultivo, sin duda prometedores, a los seres humanos. Lo hacen sin haber
pasado antes por la fase preclínica, usando alguno de los modelos animales
para investigar las infecciones por coronavirus que existen en la
actualidad. Poco sabemos de las interacciones de esta droga, que no es inocua,
con el coronavirus SARS-CoV-2 in
vivo. Ni de las dosis correctas que serían efectivas sin llegar a
ser tóxicas, aunque al ser un medicamento aprobado se considera seguro su uso
para las patologías indicadas y las dosis que se van a probar son similares a
las aprobadas.
Existe
un estudio in vivo, en
ratones, que apunta a que la cloroquina puede ser efectiva para tratar
infecciones causadas en ratones por otro coronavirus humano. Estos son los
estudios que deberían haberse realizado también con SARS-CoV-2, y que no he
logrado encontrar en las bases de datos bibliográficas. Hubiera sido éticamente
más adecuado utilizar alguno de los modelos animales existentes, infectarlo con
este nuevo coronavirus, y tratarlo con hidroxicloroquina, para observar la
seguridad y la posible eficacia de la propuesta terapéutica.
Evidentemente estos experimentos
preclínicos llevan tiempo y retrasarían una posible utilización terapéutica del
fármaco, pero asegurarían la obtención de unos datos que, sin duda, serían muy
útiles para su posible uso posterior en pacientes.
Comprendo que haya una enorme
presión para tener un tratamiento cuanto antes. Entiendo que se puedan acortar
las fases de estos ensayos preclínicos y clínicos, pero no creo que sea
prudente que nos saltemos fases importantes del proceso.
Vacunas
contra la infección por coronavirus
Hay diversas vacunas contra el
coronavirus en marcha en todo el mundo. Una de ellas se está desarrollando
en el laboratorio de Luis Enjuanes e Isabel Sola, del Centro Nacional
de Biotecnología (CNB-CSIC), que alertan de que todavía puede tardar meses.
Esto es debido a la necesidad de abordar los correspondientes ensayos
preclínicos en modelos animales antes de saltar a los ensayos clínicos en
humanos.
Sin embargo, una empresa
norteamericana y un consorcio
de investigadores en China, parecen testar ya sendos
prototipos de vacuna en personas. Esto sin pasar por los estudios
preclínicos previos en animales ni realizarlos en paralelo.
Este no es, en absoluto, el
procedimiento habitual, éticamente aceptable, que se le exige a cualquier otra
vacuna en desarrollo. Todos deseamos una vacuna disponible cuanto antes, pero
no a cualquier precio. No sin haber validado antes su seguridad y eficacia en
modelos animales.
Lo peor que podría pasar es que alguna
cause problemas inesperados en las personas a las que se les administre.
Por eso son necesarios los experimentos con animales. Por eso es necesario
la investigación preclínica, que tiene sus tiempos, su legislación, sus
normas, su respeto al bienestar animal.
Reglas que no dejan de estar vigentes en
esta situación tan excepcional que estamos viviendo y que, sorprendentemente,
parecemos haber olvidado.
EL
PRINCIPIO DE JUSTICIA
La carrera por obtener la vacuna contra
el coronavirus SARS-CoV-2 tiene sus derivadas económicas, que entroncan
con el cuarto y último principio de bioética: el principio de justicia.
Este principio, frecuentemente olvidado,
exige que el acceso a cualquier tratamiento sea equitativo, sin restricciones
ni discriminaciones. Las empresas que desarrollen estas terapias querrán
recuperar la inversión realizada y obtener beneficios. Es posible que el precio
de venta que se fije no sea asumible por todos los sistemas de salud de todos
los países del mundo, o por los individuos en aquellos países en los que la
sanidad pública no cubra estos gastos.
Entonces nos enfrentaríamos a un dilema
ético importante que habría que resolver: la legitimidad de obtener beneficio
por la vacuna frente a la obligación de que esta pueda llegar a todo el mundo
que la necesite.
Los aspectos éticos de la investigación
biomédica son siempre esenciales. Lo son más en momentos de crisis, en los que
no podemos permitirnos el lujo de tomar atajos que puedan causar problemas
mayores que los que queremos solucionar, por querer trasladar demasiado rápido
los desarrollos desde el laboratorio a los pacientes, sin los pasos intermedios
que toda investigación biomédica debe satisfacer.
Hay muchos más aspectos éticos a
considerar en la crisis actual del coronavirus, como el acceso a las unidades
de cuidados intensivos. Por el momento, quedémonos con este simple mensaje: No nos olvidemos de la ética
RECURSOS DE APOYO
Los animales que cambiaron la historia de la ciencia
Reflexiones sobre la Experimentación con animales
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